"Él estaba allí, en la sala vacía, medio en penumbra. Paseaba descalzo por el suelo enmoquetado de color gris, de un lado a otro, recorriendo la sala vacía. Se acercó al grifo suspendido en una de las paredes y lo abrió con la esperanza de abrir un pequeño caudal,... pero nada. A penas logró formarse una gota de agua que fue a caer a la moqueta. La gota desapareció casi al instante y del grifo no brotó nada más que un sordo quejido de cañería. Se asomó a la pequeña salida del grifo y volvió a girar la manija. Se preguntó dónde habría podido ir a parar el agua. La última vez que la buscó se encontraba allí. ¿Se la habría llevado alguien? Hacía mucho que no abría el grifo para buscarla. A lo mejor se había escapado..."